Hace doscientos años el actual territorio de Colombia estaba gobernado por España. Algunos acontecimientos, como los cambios ocurridos en Europa durante el siglo XVIII y los conflictos sociales al interior del virreinato de la Nueva Granada, llevaron a un grupo de criollos, apoyado por diversos sectores populares neogranadinos, a rebelarse contra las autoridades coloniales españolas y, posteriormente, a fundar una república independiente basada en los ideales de la Ilustración.
Entre 1808 y 1849, la estructura política, económica y social de nuestro país se transformó de manera radical, alrededor de nociones como las de patria, república y ciudadanía.´
La Independencia del virreinato de la Nueva Granada
Durante el siglo XVIII, en el virreinato de la Nueva Granada se presentaron varios factores que debilitaron los lazos que lo unían al Imperio español: el crecimiento demográfico y económico, la aparición de nuevas formas de concebir la sociedad, el crecimiento de un sentimiento americanista por parte de los criollos, la introducción de diversas reformas, la crisis al interior de la metrópoli, el surgimiento de movimientos sociales anticoloniales, entre otros.
El origen de las ideas independentistas se encuentra en el movimiento de la Ilustración, el cual llegó al virreinato a finales del siglo XVIII. Este dio lugar a la creación de bibliotecas públicas y a la circulación de nuevas ideas. La Ilustración permitió que algunos criollos, que recibieron el nombre de precursores, comenzaran a tener en cuenta el aporte de las ideas de igualdad y libertad.
Las reformas borbónicas en el virreinato
En el virreinato de la Nueva Granada, las reformas implementadas por la monarquía establecieron una serie de medidas que produjeron importantes cambios a nivel político, económico y administrativo. Veamos algunas de ellas:
■ En lo político. Se crearon nuevos virreinatos en las colonias, entre ellos el de Nueva Granada que agrupaba las Audiencias de Quito, Panamá y Santa Fe. Aunque el virreinato de la Nueva Granada fue creado en 1719, fue suprimido en 1724 por problemas económicos, y se reestableció nuevamente en 1740. Otra de estas reformas fue la expulsión de los religiosos jesuitas en 1767, con esta medida se buscaba dejar claro el poder de los reyes sobre la Iglesia, pues los jesuitas tenían gran influencia sobre la sociedad.
■ En lo económico. Se incrementó la producción agrícola, se crearon nuevos puertos, se autorizó el libre comercio entre las colonias y España, y se aumentó el valor de algunos impuestos al tiempo que se establecieron otros. El aumento de los impuestos desató levantamientos populares en algunas ciudades como Honda, Tuta y especialmente Socorro, en donde se inició el movimiento de los comuneros. Aunque este movimiento fue reprimido, dio paso para nuevas manifestaciones de oposición a los españoles.
■ En lo administrativo. Para que la nueva economía tuviera los efectos esperados, la Corona designó como funcionarios del gobierno a personas de su entera confianza, pagándoles salarios elevados para evitar que fueran sobornados. Como en el resto de la América española, el nombramiento de estos nuevos funcionarios restringió el acceso de los criollos a los cargos públicos. A raíz de esto, los criollos se convirtieron en opositores del gobierno virreinal.
La Expedición Botánica
Este proyecto se encargó de elaborar un estudio de historia natural del virreinato de la Nueva Granada, y un mapa con la ubicación de su flora. Durante la expedición se estudiaron las propiedades de las plantas y fue- ron clasificadas en un herbario con aproximadamente 20.000 especies.
La Expedición Botánica comenzó en 1783 bajo la dirección de José Celestino Mutis, un médico y sacerdote español que había llegado a la Nueva Granada en el año de 1760 para servir a la corte del Virrey. Además, Mutis era profesor en el Colegio Mayor del Rosario donde en- señó a los jóvenes de la élite neogranadina, a interesarse en los recursos naturales del territorio americano. Entre los miembros destacados de la Expedición Botánica estaban Sinforoso Mutis, Francisco José de Caldas, Francisco Antonio Zea, Jorge Tadeo Lozano y Pedro Fermín de Vargas, entre otros. Inicialmente, la sede de la Expedición Botánica funcionaba en la ciudad de Mariquita (Tolima), pero fue trasladada a Santa Fe de Bogotá en 1791. El gobierno español decidió terminar con esta institución en 1816 y trasladar todos sus archivos a España.
La importancia de la Expedición Botánica no se limitó solamente al campo científico, sino que permitió la formación de un grupo de intelectuales que más tarde se convirtieron en los líderes del movimiento de independencia.
El ideario de la Independencia en el virreinato
En un principio la búsqueda de la independencia en el virreinato se forjó bajo la idea de las discrepancias políticas en la Corona. Pero cuando llegó la noticia de la Independencia de Estados Unidos, en 1776, y pocos años después, del éxito de la Revolución francesa de 1789, los criollos observaron que las ideas ilustradas de libertad, igualdad y fraternidad aplicadas a las naciones, podían tener un verdadero resultado. Se dieron cuenta de que el absolutismo y la monarquía podían ser derrotados por una colonia. En este sentido, la independencia norteamericana se constituyó en el ejemplo de libertad y democracia. Así, los criollos ilustrados se dieron cuenta de que no solo tenían la formación académica para dirigir un proceso de independencia, sino que también estaban en condiciones de asumir el gobierno de las nuevas repúblicas.
Las instituciones imperiales españolas se mostraban retrógradas y atrasadas frente a los nuevos acontecimientos políticos. La representatividad, la autonomía y la participación eran algunos de los principales avances que la sociedad neogranadina reclamaba ante sus autoridades. Ya no se rogaba por los derechos sino que se exigían. Al principio, muy pocos pensaban en una independencia absoluta; lo que la mayoría de personas solicitaba era mayor autonomía y participación.
Uno de los ejemplos más notables de este ideario lo constituyó Antonio Nariño, precursor de la independencia, cuyo interés por la cultura y la ciencia se manifestaba en la posesión de una enorme biblioteca con más de dos mil volúmenes. Nariño, tradujo del francés la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, lo que le costó una condena a diez años de prisión y el exilio del continente americano.
Del juramento de fidelidad al Memorial de Agravios
En el virreinato de la Nueva Granada, como en las demás colonias hispanoamericanas, hubo manifestaciones que apoyaban al rey Fernando VII ante la agresión de la que fue objeto por parte de Napoleón Bonaparte. Como muestra de esto el 11 de septiembre de 1808, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, se hizo un “Juramento de fi delidad” que luego se extendió por todo el virreinato. Este acto, representó un día muy importante, pues era la reafirmación de la lealtad al gobierno español.
Sin embargo, en 1809 comenzaron los movimientos de insurrección. La ausencia del rey y la dominación francesa de la Península motivaron levantamientos que solicitaban la separación de las colonias y la defensa de la monarquía frente a los invasores franceses. Los ecos de la revolución de Quito se sintieron en el virreinato, cuando Camilo Torres Tenorio propuso apoyar a los quiteños. Se organizó una junta que pronto se disolvió, lo que dejó en claro las diferencias entre los criollos y los españoles, pues los primeros no tenían igualdad de representación. Esto impulsó a Camilo Torres a escribir, en noviembre de 1809, el Memorial de Agravios, en el cual defendía el derecho de los criollos a participar en el gobierno y a tener las mismas oportunidades. Para 1810, este documento sirvió como base ideológica a los movimientos de independencia de las diferentes provincias del virreinato.
Del 20 de julio a la formación de la primera República
El avance de las tropas francesas en España llegó hasta la misma ciudad de Sevilla, sede de la Junta Central. Esta junta se disolvió para crear un Consejo de Regencia, el cual debía ser reconocido por las colonias. La situación para la metrópoli era caótica y las colonias vieron su oportunidad ante la ausencia de autoridad imperial.
En este ambiente, unos meses más tarde estalló en el virreinato la revolución libertadora. Comenzó el 22 de mayo de 1810 en Cartagena, en donde se instaló una Junta Suprema de Gobierno. La agitación se ex- tendió por otras ciudades del país como Cali, Pamplona, Socorro, hasta que finalizó en Santa Fe el 20 de julio de 1810, cuando los delegados de la Junta de Santa Fe le exigieron al virrey la convocatoria de un cabildo abierto. Tan pronto el virrey se negó a hacerlo, la junta revolucionaria se reunió sin su permiso. Lo mismo ocurrió en otras ciudades en donde se formaron juntas patriotas.
Inicialmente, las juntas plantearon las “actas de revolución”, las cuales buscaban no una independencia sino una autonomía con respecto de España, es decir, proclamaban la conservación de los territorios para el rey Fernando VII, pero con la organización de gobiernos autónomos frente a la monarquía española. Luego, los criollos cambiaron de opinión, de tal manera que en noviembre de 1811 la provincia de Cartagena proclamó su independencia absoluta, a lo que siguieron las proclamas de las provincias de Cundinamarca, Antioquia y Tunja. Después comenzó el primer período de la vida independiente al cual se le llama primera República o Patria Boba (1810-1816).
El 20 de julio de 1810
Usualmente, se piensa que esta fecha fue el día en que nuestra nación se independizó definitivamente de España y que, por causa del no préstamo de un florero, se desató una rebelión. Aunque en este día se produjo el llamado grito de independencia, en realidad, ni fue el primer grito independentista que se dio en el virreinato, ni fue cuando se logró la independencia definitiva de España, ni mucho menos un florero fue la causa de la revuelta.
Lo que ocurrió aquel día responde a una organización previa de los hechos, es decir, algo que ya venía preparándose con anterioridad y que no fue una manifestación espontánea ante la oposición de José González Llorente de prestar un florero a unos criollos que deseaban adornar la cena que ofrecerían al Comisario Real Antonio Villavicencio. Estos fueron los hechos:
El plan
Días antes a los hechos, varios criollos como Francisco José de Caldas, Camilo Torres, Antonio Morales y José Acevedo y Gómez venían reuniéndose para planear los detalles de una revuelta. En la noche del 19 de julio, reunidos en el Observatorio Astronómico de Santa Fe, estos criollos idearon un plan aprovechando la llegada de Antonio Villavicencio a Santa Fe, para que, con el pretexto de un homenaje, pudieran hacer claras las diferencias entre los criollos y los chapetones, como se les llamaba a los nacidos en España, y así formar una reyerta en medio del día de mercado.
Antonio Morales se encargó de sugerir que se pidiera prestado el florero al español González Llorente, sabiendo claramente que no lo haría. Esta sería la excusa perfecta.
Los hechos
Como estaba planeado, al solicitar prestado el florero, González Llorente se negó e insultó a los criollos, quienes se defendieron en forma violenta, despertando el descontento entre las personas presentes en la Plaza Mayor.
En el transcurso de la tarde, una multitud compuesta por gentes de diferentes sectores sociales asaltó las casas y los negocios de los españoles. En la noche, la población exigió la convocatoria del cabildo abierto, para nombrar una Junta de Gobierno que permitiera a los neogranadinos participar en las decisiones políticas. Aunque el virrey Amar y Borbón se negó a la creación del cabildo, los criollos, en presencia del pueblo, conformaron la Junta Suprema de Gobierno.
Lo que pasó después
En un principio, la Junta Suprema de Gobierno declaró su fidelidad al rey Fernando VII, mas no a las autoridades del gobierno español. Por ello, el 26 de julio, la Junta expulsó al virrey y a los funcionarios españoles del virreinato, siendo esta junta el organismo político más importante en el virreinato, y la institución representativa que más habían anhelado los criollos. Esta significaba la consolidación de sus deseos de autonomía y participación política.
La primera República o Patria Boba
La Patria Boba fue el período de la historia de nuestro país comprendido entre 1810 y 1816, durante el cual se intentó establecer un nuevo gobierno tras la expulsión de los españoles. Se caracterizó por los enfrentamientos internos entre las diferentes provincias y corregimientos que conformaban el virreinato de la Nueva Granada. La Junta Suprema de Gobierno, residenciada en Santa Fe de Bogotá y en la que tenía gran influencia Camilo Torres, planteó en principio para el virreinato la adopción de un sistema de gobierno federalista, es decir, que cada provincia dirigiera sus propios destinos.
En 1811, Antonio Nariño es elegido presidente de la provincia de Cundinamarca, con capital en Santa Fe de Bogotá, y señaló que el Nuevo Reino de Granada debía elegir un sistema de gobierno centralista, es decir, que todas las provincias se unieran en un solo Estado. Este punto de vista contó con la oposición de algunas provincias como Antioquia, Cartagena, Pamplona, Neiva y Tunja, que se declararon independientes. El 27 de noviembre de 1811, estas provincias firmaron el Acta de la Federación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada que resistió la posición política de los centralistas.
Así, para 1812, nuestro país estaba dividido en dos grupos claramente diferenciados: los centralistas, co- mandados por Antonio Nariño, y los federalistas, dirigidos por Camilo Torres. Las diferencias entre estos dos sectores ocasionaron una etapa de guerras civiles, que facilitaría la reconquista por parte de los españoles, y prolongó la independencia absoluta hasta 1819.
La Reconquista española
Fue el proceso de restablecimiento del gobierno español en nuestro territorio. Empezó en 1816 cuando las autoridades españolas retomaron el control sobre el virreinato y se prolongó hasta 1819. En 1814, el rey Fernando VII regresó al trono y propuso recuperar el dominio sobre sus colonias en América. Para esto, organizó la Expedición Pacificadora, al mando del general Pablo Morillo. La campaña militar española seguía un plan bien detallado: tomarse la ciudad de Cartagena, la cual resistió durante 105 días hasta diciembre de 1815, y luego, ingresar al Nuevo Reino de Granada por cuatro rutas diferentes: Chocó; Antioquia y Cauca; el río Magdalena; y Ocaña.
El 26 de mayo de 1816, Morillo, conocido como El Pacificador, llegó a Santa Fe y emprendió la persecución y castigo de los criollos que participaron en la independencia. Debido a las prácticas violentas que imponía el pacificador, este perído se conoce como el Régimen del Terror. Muchos criollos murieron fusilados, entre ellos, Camilo Torres, Francisco José de Caldas, Policarpa Salavarrieta y Antonia Santos. Quienes lograron escapar, lo hicieron hacia los llanos orientales, donde integraron el ejército libertador. Aunque el Régimen del Terror intimidó a los neogranadinos, también acrecentó su deseo de conseguir la independencia.
Una vez la reconquista empezó a
lograr su objetivo, en el virreinato se inició la campaña libertadora liderada
por Francisco de Paula Santander, quien se unió a Simón Bolívar en 1817. La
campaña se inició, en 1819, en los llanos orientales y en su desarrollo
tuvieron lugar importantes batallas entre las cuales podemos destacar la del
Pantano de Vargas y la del Puente de Boyacá librada el 7 de agosto de 1819, y
significó la derrota definitiva del ejército español.
La campaña libertadora en el virreinato de la Nueva Granada
A mediados de 1819, el general venezolano Simón Bolívar emprendió una campaña para liberar al virreinato del dominio español. Contó con el apoyo de Francisco de Paula Santander y de los soldados patriotas refugiados en los llanos orientales. La campaña fue un éxito rotundo y, gracias a ella, en 1819, se concretó la idea de unir a la Nueva Granada, Venezuela y Ecuador.
La Gran Colombia (1819-1830)
El 17 de diciembre de 1819, dos meses después de la victoria de la batalla de Boyacá, se reunió un congreso en la ciudad venezolana de Angostura, en el que se unió a Venezuela con los territorios que integraban el virreinato de la Nueva Granada (Quito, Panamá y Nueva Granada) y, se proclamó así, una nueva nación bajo el nombre de República de Colombia. La idea de crear este gran país, surgió de Simón Bolívar, quien aspiraba a organizar una nación, lo sufi cientemente grande, como para competir económicamente con las potencias europeas y mantener su independencia a través de una poderosa fuerza militar.
En el congreso de Angostura, Bolívar fue elegido presidente y Francisco Antonio Zea, vicepresidente. Cada departamento tuvo también un vicepresidente: Francisco de Paula Santander, de Cundinamarca y Juan Roscio, de Venezuela. Quito quedó pendiente, pues aún se encontraba en poder de los españoles.
Ahora bien, es preciso explicar que aunque el congreso de Angostura le dio a esta gran nación el nombre República de Colombia, desde fi nales del siglo XIX se le ha llamado Gran Colombia para diferenciarla de nuestra actual nación.
La Constitución de Cúcuta
En 1821 se instaló un Congreso Constituyente en la ciudad de Cúcuta, cuyo objetivo era proporcionar la primera constitución del país. Para su aprobación se discutió si debía tomar un carácter centralista o fede- ralista.
■ Los centralistas: encabezados por José Manuel Restrepo y Vicente Azuero, entre otros, abogaban por construir una nación bajo la dirección de un gobierno central y único.
■ Los federalistas: liderados por José Ignacio de Márquez, defendieron la idea de organizar el país a través de la confederación, es decir, estableciendo gobiernos provinciales en los que el gobierno central no tuviera mayor decisión.
Después de varios debates, el congreso aprobó el sistema centralista. Además, ratifi có a Bolívar como presidente y nombró a Santander como vicepresidente, dividió el poder en las ramas ejecutiva, legislativa y judicial, reconoció la libertad de expresión y de religión, otorgó el derecho al voto a los hombres mayores de 21 años, nombró a Bogotá como la capital del país desde donde se gobernaría el resto del territorio, liquidó los monasterios que tuvieran menos de ocho religiosos y dio la libertad a los hijos recién nacidos de los esclavos a través de la llamada libertad de vientres.
Dificultades políticas
Durante la época de la Independencia, la guerra fue coman- dada por los terratenientes, los esclavistas y los comercian- tes, y una vez creada la república, continuaron la lucha, esta vez por consolidar su predominio. Para entonces, Bolívar había sido elegido presidente de la Gran Colombia y su po- lítica estaba dirigida a crear un equilibrio entre las diversas castas y los criollos, buscando llevar los benefi cios de la independencia a los sectores populares y así frenar tanto la ambición criolla como el peligro de posibles insurrecciones negras o mestizas.
Las intensiones de Bolívar estaban sustentadas en el poder que le daba al ejército, es decir, sobre un fuerte militarismo. Esta situación desató una resistencia encabezada por criollos agrupados alrededor del general Santander, entre los cuales participaban comerciantes y abogados opuestos al ejército y defensores del civilismo, que era una actitud política según la cual un pueblo debía seguir los lineamientos de un “estado de derecho”, regido por una constitución, las leyes y la democracia liberal. Esta actitud le valió a Santander el sobrenombre del “Hombre de las leyes”.
Dificultades económicas
Bolívar, como presidente de la Gran Colombia, encargó a Santander la presidencia de la Gran Colombia para dedicarse a la campaña libertadora en los territorios como Venezuela, Quito, Perú y Bolivia, que aún no habían logrado su inde- pendencia. Los triunfos militares de las tropas libertadoras sobre los ejércitos españoles fueron llegando poco a poco en diferentes confrontaciones, dándole la independencia a muchos territorios americanos: a Venezuela, en la batalla de Carabobo (1821); a Quito, en la batalla de Pichincha (1822) y a Perú y el alto Perú, actual Bolivia, en las batallas de Junín y Ayacucho (1824).
El gasto del gobierno en las batallas trajo difi cultades eco- nómicas para la Gran Colombia, lo cual obligó al gobierno a endeudarse con Inglaterra, para reactivar la economía. Para 1826, las deudas con los prestamistas ingleses se habían elevado tanto que gran parte del presupuesto del país debía invertirse en hacer estos pagos. Desde luego que para poder hacerlos fue necesario dejar de invertir en el sector agrícola y minero, produciendo casi su abandono.
Durante los años de la Gran Colombia, el comercio se vio perjudicado, pues los costos del transporte para llevar los productos agrícolas y textiles eran muy elevados. A estas difi cultades, se sumó el rápido deterioro de los productos agrícolas durante su transporte de una ciudad a otra, pues como los caminos eran difíciles y sumamente montañosos, los viajes se hacían largos y las mercancías no alcanzaban a llegar en buenas condiciones.
Diferencias entre Bolívar y Santander
Aunque Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander trabajaron con- juntamente para consolidar nuestra independencia, entre ellos se presen- taron diferencias notables.
Al choque de las ideas militaristas de Bolívar y las civilistas de Santander, se sumó su distanciamiento por circunstancias como el intento separatista de Venezuela entre 1826 y1827, encabezado por el general José Antonio Páez, quien desobedeció la orden constitucional al sublevarse contra el gobierno central. Santander respondió a este suceso defendiendo la lega- lidad constitucional, mientras que Bolívar, preocupado por la unidad de la República, perdonó este levantamiento, debilitando así la legalidad.
La pugna entre los dos se acrecentó al conocerse el proyecto constitucio- nal bolivariano en 1826, el cual buscaba acabar con la anarquía política de la República y la manipulación electoral. La constitución promulgaba un fuerte centralismo y un presidente vitalicio. El santanderismo, en cambio, defendía la idea de un poder ejecutivo más débil, cuyo presi- dente fuera elegido mediante el sufragio restringido. La situación se agravó cuando Bolívar se nombró a sí mismo dictador, como medida temporal de salvación nacional. Esto acrecentó la división. Los bolivaris- tas obtuvieron el apoyo de los grupos interesados en evitar las reformas al orden colonial, mientras que los santanderistas se dedicaron a defender el orden constitucional y las reformas que benefi ciaban a los comercian- tes. Frente a estos sucesos, los partidarios de Santander atentaron contra la vida de Bolívar en la conspiración del 25 septiembre de 1828, conocida como la noche septembrina. Santander fue condenado a muerte pero Bolívar lo perdonó y cambió la sentencia por el destierro.
Surgimiento del partido liberal y del conservador
El partido liberal y el conservador surgieron a mediados del siglo XIX, como resultado de la infl uencia política de terratenientes y comerciantes, dos grupos que acumulaban la mayoría de las riquezas de la nación. Los terratenientes eran los grandes poseedores de tierras y de esclavos en la Nueva Granada, y estaban de acuerdo con que la iglesia católica interviniera en las decisiones del Estado. Por su parte, los comerciantes eran las personas adineradas que traían mer- cancías del exterior para venderlas en el país, por lo cual pre- tendían ampliar las libertades económicas. A este grupo, se adhirieron los artesanos que veían la oportunidad de vender sus productos en otros países, y los esclavos quienes estaban esperanzados en la abolición defi nitiva de su condición.
Las propuestas ideológicas del partido liberal se hicieron cla- ras en 1848, cuando Ezequiel Rojas publicó sus principios. Un año más tarde, en 1849, Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro redactaron el ideario del partido con- servador.
Semejanzas y diferencias entre los partidos
En la práctica, tanto los liberales como los conservadores presentaban permanen- tes contradicciones internas, ya que, en ambos partidos, se podían encontrar ricos terratenientes y comerciantes, o defensores de la libertad de los esclavos. La gran diferencia la daba el hecho de que los conservadores pretendían que la Iglesia parti- cipara decisivamente en las políticas del Estado, mientras que los liberales buscaban la separación de la Iglesia del Estado y la libertad de cultos.
Los dos partidos tendieron a unirse en períodos de crisis y a separarse cuando nece- sitaban adelantar reformas al Estado. En esta época, los partidos no mantenían una relación de confrontación, sino que se complementaban mutuamente.
La Gran Colombia (1819-1830)
El 17 de diciembre de 1819, dos meses después de la victoria de la batalla de Boyacá, se reunió un congreso en la ciudad venezolana de Angostura, en el que se unió a Venezuela con los territorios que integraban el virreinato de la Nueva Granada (Quito, Panamá y Nueva Granada) y, se proclamó así, una nueva nación bajo el nombre de República de Colombia. La idea de crear este gran país, surgió de Simón Bolívar, quien aspiraba a organizar una nación, lo sufi cientemente grande, como para competir económicamente con las potencias europeas y mantener su independencia a través de una poderosa fuerza militar.
En el congreso de Angostura, Bolívar fue elegido presidente y Francisco Antonio Zea, vicepresidente. Cada departamento tuvo también un vicepresidente: Francisco de Paula Santander, de Cundinamarca y Juan Roscio, de Venezuela. Quito quedó pendiente, pues aún se encontraba en poder de los españoles.
Ahora bien, es preciso explicar que aunque el congreso de Angostura le dio a esta gran nación el nombre República de Colombia, desde fi nales del siglo XIX se le ha llamado Gran Colombia para diferenciarla de nuestra actual nación.
La Constitución de Cúcuta
En 1821 se instaló un Congreso Constituyente en la ciudad de Cúcuta, cuyo objetivo era proporcionar la primera constitución del país. Para su aprobación se discutió si debía tomar un carácter centralista o fede- ralista.
■ Los centralistas: encabezados por José Manuel Restrepo y Vicente Azuero, entre otros, abogaban por construir una nación bajo la dirección de un gobierno central y único.
■ Los federalistas: liderados por José Ignacio de Márquez, defendieron la idea de organizar el país a través de la confederación, es decir, estableciendo gobiernos provinciales en los que el gobierno central no tuviera mayor decisión.
Después de varios debates, el congreso aprobó el sistema centralista. Además, ratifi có a Bolívar como presidente y nombró a Santander como vicepresidente, dividió el poder en las ramas ejecutiva, legislativa y judicial, reconoció la libertad de expresión y de religión, otorgó el derecho al voto a los hombres mayores de 21 años, nombró a Bogotá como la capital del país desde donde se gobernaría el resto del territorio, liquidó los monasterios que tuvieran menos de ocho religiosos y dio la libertad a los hijos recién nacidos de los esclavos a través de la llamada libertad de vientres.
Durante la época de la Independencia, la guerra fue coman- dada por los terratenientes, los esclavistas y los comercian- tes, y una vez creada la república, continuaron la lucha, esta vez por consolidar su predominio. Para entonces, Bolívar había sido elegido presidente de la Gran Colombia y su po- lítica estaba dirigida a crear un equilibrio entre las diversas castas y los criollos, buscando llevar los benefi cios de la independencia a los sectores populares y así frenar tanto la ambición criolla como el peligro de posibles insurrecciones negras o mestizas.
Las intensiones de Bolívar estaban sustentadas en el poder que le daba al ejército, es decir, sobre un fuerte militarismo. Esta situación desató una resistencia encabezada por criollos agrupados alrededor del general Santander, entre los cuales participaban comerciantes y abogados opuestos al ejército y defensores del civilismo, que era una actitud política según la cual un pueblo debía seguir los lineamientos de un “estado de derecho”, regido por una constitución, las leyes y la democracia liberal. Esta actitud le valió a Santander el sobrenombre del “Hombre de las leyes”.
Dificultades económicas
Bolívar, como presidente de la Gran Colombia, encargó a Santander la presidencia de la Gran Colombia para dedicarse a la campaña libertadora en los territorios como Venezuela, Quito, Perú y Bolivia, que aún no habían logrado su inde- pendencia. Los triunfos militares de las tropas libertadoras sobre los ejércitos españoles fueron llegando poco a poco en diferentes confrontaciones, dándole la independencia a muchos territorios americanos: a Venezuela, en la batalla de Carabobo (1821); a Quito, en la batalla de Pichincha (1822) y a Perú y el alto Perú, actual Bolivia, en las batallas de Junín y Ayacucho (1824).
El gasto del gobierno en las batallas trajo difi cultades eco- nómicas para la Gran Colombia, lo cual obligó al gobierno a endeudarse con Inglaterra, para reactivar la economía. Para 1826, las deudas con los prestamistas ingleses se habían elevado tanto que gran parte del presupuesto del país debía invertirse en hacer estos pagos. Desde luego que para poder hacerlos fue necesario dejar de invertir en el sector agrícola y minero, produciendo casi su abandono.
Durante los años de la Gran Colombia, el comercio se vio perjudicado, pues los costos del transporte para llevar los productos agrícolas y textiles eran muy elevados. A estas difi cultades, se sumó el rápido deterioro de los productos agrícolas durante su transporte de una ciudad a otra, pues como los caminos eran difíciles y sumamente montañosos, los viajes se hacían largos y las mercancías no alcanzaban a llegar en buenas condiciones.
Diferencias entre Bolívar y Santander
Aunque Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander trabajaron con- juntamente para consolidar nuestra independencia, entre ellos se presen- taron diferencias notables.
Al choque de las ideas militaristas de Bolívar y las civilistas de Santander, se sumó su distanciamiento por circunstancias como el intento separatista de Venezuela entre 1826 y1827, encabezado por el general José Antonio Páez, quien desobedeció la orden constitucional al sublevarse contra el gobierno central. Santander respondió a este suceso defendiendo la lega- lidad constitucional, mientras que Bolívar, preocupado por la unidad de la República, perdonó este levantamiento, debilitando así la legalidad.
La pugna entre los dos se acrecentó al conocerse el proyecto constitucio- nal bolivariano en 1826, el cual buscaba acabar con la anarquía política de la República y la manipulación electoral. La constitución promulgaba un fuerte centralismo y un presidente vitalicio. El santanderismo, en cambio, defendía la idea de un poder ejecutivo más débil, cuyo presi- dente fuera elegido mediante el sufragio restringido. La situación se agravó cuando Bolívar se nombró a sí mismo dictador, como medida temporal de salvación nacional. Esto acrecentó la división. Los bolivaris- tas obtuvieron el apoyo de los grupos interesados en evitar las reformas al orden colonial, mientras que los santanderistas se dedicaron a defender el orden constitucional y las reformas que benefi ciaban a los comercian- tes. Frente a estos sucesos, los partidarios de Santander atentaron contra la vida de Bolívar en la conspiración del 25 septiembre de 1828, conocida como la noche septembrina. Santander fue condenado a muerte pero Bolívar lo perdonó y cambió la sentencia por el destierro.
Las tensiones y regionalismos dentro de la Gran Colombia lle- varon a su defi nitiva disolución. El sueño de Bolívar de una gran nación que lograra un lugar destacado a nivel internacional se frustró.
El enfrentamiento entre civilistas y militares se agudizó con la pugna entre neogranadinos y venezolanos. Estos enfrentamien- tos asumieron características de diferencias de clase y de cultura. Mientras la mayoría de los civiles en la dirección del gobierno eran gente educada en universidades, la mayoría abogados, mu- chos de los militares de alto rango —gran parte de ellos venezola- nos— eran hombres que provenían de las clases populares.
Por otra parte, los dirigentes civiles buscaban gobernar de acuerdo con las leyes. Para ellos era esencial seguir la Constitución si se quería que el Estado funcionara correctamente. A los dirigentes militares, acostumbrados a las decisiones rápidas y de mando, les desesperaba el legalismo de los civiles y se inclinaban más por el caudillismo y la dictadura, que eran formas más verticales y autoritarias de gobierno.
Enfrentamiento con la Iglesia
Los enfrentamientos con la Iglesia comenzaron desde que la élite criolla intentó introducir ideas e instituciones liberales. Estas iniciativas atentaban contra el papel ocupado por la religión en el campo de la educación y la ideología. Decisiones como la de cerrar los monasterios y conventos habitados por menos de ocho clérigos, y elevar a 25 años de edad la toma de los votos para el sacerdocio, contribuían a acrecentar el descontento de la Iglesia.
El clero motivó un sentimiento de hostilidad en el pueblo hacia la élite ilustrada liberal, y por ende, hacia el gobierno de Bogotá. La oposición de la Iglesia vino a colaborar en el debilitamiento de la unidad grancolombiana.
La ruptura de la República
Con todos estos acontecimientos, el fi n de la Gran Colombia estaba consumado. Venezuela y Quito desconocieron cualquier autoridad central fuera de sus entidades territoriales. En enero de 1830, Páez proclamó formalmente la separación de Venezuela, y los ecuatorianos, con Juan José Flores a la cabeza, siguieron su ejemplo unos meses después.
Bolívar murió de tuberculosis en diciembre de 1830, después de haber renunciado al gobierno. Con su muerte, se acabaron defi nitivamente los intentos por preservar la unidad de la Gran Colombia. Surgieron las repúblicas de Nueva Granada, Venezuela y Ecuador.
La República de la Nueva Granada
Tras la disolución de la Gran Colombia, Santander regresó al país. A partir de este momento, la Nueva Granada se reorga- nizó. Por ello, en 1832 se elaboró una nueva constitución que dio origen a la República de la Nueva Granada. Esta consti- tución ratifi có la división de las ramas del poder en: ejecutivo, legislativo y judicial, designó como presidente a Santander y como vicepresidente a José María Obando. La Nueva Granada quedó conformada por 19 provincias: Antioquia, Bogotá, Barbacoas o Buenaventura, Cartagena, Casanare, Chocó, Cauca, Santa Marta, Mariquita, Mompox, Neiva, Pamplona, Panamá, Pasto, Popayán, Riohacha, Socorro, Vélez y Veraguas, que estaba ubicada en la actual Nicaragua.
Tan pronto Santander asumió la presidencia, efectuó acuerdos con Venezuela y Ecuador para defi nir los límites de cada país y para repartir la deuda contraída con Inglaterra, cuando aún hacían parte de la Gran Colombia. La nueva constitución tam- bién expidió una ley que suprimía los conventos que tuvieran menos de ocho religiosos, para convertirlos en establecimien- tos de educación pública. Esta ley, inició una guerra civil en 1839, a la que se conoce como la Guerra de los Supremos. José Ignacio de Márquez, quien ocupó la presidencia entre 1837 y 1841, tuvo que hacer frente a esta guerra.
La Guerra de los Supremos
En 1839, durante el gobierno de José Ignacio de Márquez se puso en marcha la ley expedida por Santander que suprimía los conventos con menos de ocho religiosos. En Pasto, la Iglesia reaccionó contra el decreto y movilizó a los habitan- tes acusando al gobierno de querer acabar con la religión. En julio de 1839, la población católica asaltó las guarnicio- nes militares de Pasto, en un evento que se conoce como la guerra de los conventillos. Un mes después, el general Pedro Alcántara Herrán, con un ejército que apoyaba al gobierno, reprimió la revuelta.
En enero de 1840, el general José María Obando, al sentirse excluido del gobierno de Márquez y al abrirse un proceso criminal en su contra por la muerte del Mariscal Sucre, se levantó en armas en las regiones de Cauca y Pasto, y se declaró “Jefe Supremo” de la guerra y defensor de la religión católica.
En los meses siguientes, se produjeron levantamientos en otras ciudades, encabezados por caudillos regionales que también se hacían llamar jefes supremos. Los generales Alcántara Herrán y Tomás Cipriano de Mosquera comanda- ron las fuerzas defensoras del gobierno. En marzo de 1842, las fuerzas rebeldes fueron vencidas y Obando huyó del país.
Durante el gobierno de Pedro Alcántara Herrán, se aprobó la Constitución de 1843, a través de la cual se afi anzó el centralismo, se otorgaron poderes represivos al presidente, se restringieron las libertades individuales y se otorgó poder a la Iglesia católica.
Para convertir a la Iglesia en un aliado ideológico del Estado y frenar la infl uencia de las ideas liberales, Alcántara Herrán autorizó el regreso de la comunidad religiosa de los jesuitas, a partir de 1844, quienes habían sido expulsados en 1767. A esta comunidad religiosa, se le encargó la educación y se le permitió fundar colegios en todo el país.
Entre los logros conseguidos por Alcántara Herrán se en- cuentra el establecimiento de un nuevo plan educativo, la construcción de vías de comunicación como el camino del Quindío que comunicó al Valle del Cauca con la región de Mariquita, y la realización de un censo que permitió estable- cer una población de 1.931.000 habitantes.
Durante el gobierno de Herrán, se empezaron a hacer claras las diferencias entre dos tendencias políticas que, años más tarde, darían origen al partido liberal y al conservador.
Gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera (1845-1849)
Después del gobierno de Alcántara Herrán, vino el de Tomás Cipriano de Mosquera, quien fue apoyado por los bolivaristas. Por ello, buscó establecer un gobierno centralista, en el que la Iglesia tuviera participación. Durante su gobierno estimuló las exportaciones de productos agrícolas como el tabaco y el algodón y amplió los mercados internacionales. Además, unifi có la moneda nacional a través del uso exclusivo del real de plata. Para facilitar el comercio, mejoró las vías de comuni- cación, inició la construcción del ferrocarril interoceánico de Panamá e impulsó la navegación por el río Magdalena.
Con la aplicación de estas reformas, se empezaron a eliminar algunas prácticas económicas de la Colonia. De esta manera, el país se preparó para comenzar con una etapa de cambios en lo económico, lo político y lo social.
La implementación de estas reformas, que tenían una ten- dencia liberal, alejaron a Tomás Cipriano de Mosquera de los bolivaristas que lo habían apoyado en las elecciones presidenciales. Años más tarde, esto sería decisivo, pues apoyado por sectores del partido liberal, Mosquera volvería a ocupar la presidencia en tres ocasiones más.
El partido liberal y el conservador surgieron a mediados del siglo XIX, como resultado de la infl uencia política de terratenientes y comerciantes, dos grupos que acumulaban la mayoría de las riquezas de la nación. Los terratenientes eran los grandes poseedores de tierras y de esclavos en la Nueva Granada, y estaban de acuerdo con que la iglesia católica interviniera en las decisiones del Estado. Por su parte, los comerciantes eran las personas adineradas que traían mer- cancías del exterior para venderlas en el país, por lo cual pre- tendían ampliar las libertades económicas. A este grupo, se adhirieron los artesanos que veían la oportunidad de vender sus productos en otros países, y los esclavos quienes estaban esperanzados en la abolición defi nitiva de su condición.
Las propuestas ideológicas del partido liberal se hicieron cla- ras en 1848, cuando Ezequiel Rojas publicó sus principios. Un año más tarde, en 1849, Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro redactaron el ideario del partido con- servador.
Semejanzas y diferencias entre los partidos
En la práctica, tanto los liberales como los conservadores presentaban permanen- tes contradicciones internas, ya que, en ambos partidos, se podían encontrar ricos terratenientes y comerciantes, o defensores de la libertad de los esclavos. La gran diferencia la daba el hecho de que los conservadores pretendían que la Iglesia parti- cipara decisivamente en las políticas del Estado, mientras que los liberales buscaban la separación de la Iglesia del Estado y la libertad de cultos.
Los dos partidos tendieron a unirse en períodos de crisis y a separarse cuando nece- sitaban adelantar reformas al Estado. En esta época, los partidos no mantenían una relación de confrontación, sino que se complementaban mutuamente.
La discriminación escolar
Durante el siglo XIX, la educación conservó algunas costumbres de la Colonia: la discriminación por facto- res económicos y por factores étnicos o raciales. Pese a que los nuevos gobiernos promovieron la educación, las familias debían poseer sufi cientes bienes para en- viar a sus hijos a estudiar en las ciudades, en donde se encontraban los claustros educativos. Además, se le dio una gran importancia al hecho de demostrar la “pureza de sangre”, es decir, ser descendiente directo de blancos.
Para garantizar la “calidad étnica” ante los colegios mayores, los aspirantes debían tener padrinos que acreditaran por escrito su “pureza de sangre”, acompa- ñada de papeles obligatorios tales como la partida de bautismo.
ciudadanas Competencias
Además de que la sociedad del siglo XIX estaba so- metida a una discriminación racial que restringía el acceso a la educación, las mujeres no tenían facilidad para educarse en las instituciones escolares, pues en su entorno social era mal visto que una mujer se dedicara a actividades diferentes del cuidado del hogar y la aten- ción de su esposo. La educación que se les impartía solo las instruía para actividades básicas como leer, escribir, contar, coser y para dedicarse a la vida religiosa. Poco a poco se fue ampliando su participación en la educa- ción: se abrieron algunos colegios para mujeres, como el de La Merced en 1832, y las Normales femeninas en 1870, para formar profesoras.
En aquellos años la educación femenina se seguía con- siderando menos urgente. Tan solo se esperaba que las mujeres aprendieran a leer, escribir y conocer los pesos, las medidas y las monedas para que no fueran engañadas en las compras.
Mucho más compleja era la situación de quienes pro- fesaban una ideología política o religiosa diferente a la aceptada por la mayoría de la sociedad, así como los negros, mulatos, esclavos, homosexuales y quienes no hablaban el castellano. Todas estas personas no tenían las mismas oportunidades educativas que los demás.
Tomada De Hipertexto Santillana
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